Sharanagati
Collected words from talks of Swami TirthaOct
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„O, Partha, dichosos son los kshatriyas que tienen la oportunidad sin buscarla de entrar en batalla abriendo así las puertas a los planetas del paraíso .”[1]
Este verso es en efecto un consejo a los kshatriyas, pues ellos son guerreros o podemos también llamarlos caballeros. ¿Hay caballeros aquí, en esta sala? ¿Caballeros en secreto? Ha pasado ya el tiempo de los caballeros. Ese tipo de gante hoy nos hace mucha falta – gente que vive en sobriedad y temperancia, gente muy fuerte, muy dedicada y siempre lista a ayudar a los otros. Esta gente posee fuerza de ánimo para ayudar y esta fuerza viene lazos con la divinidad. Ahora estamos viviendo en una época muy especial y pensamos que podemos solucionar nuestros problemas sin lazos con la divinidad. Por esta misma razón los kshatriyas nos hacen tanta falta hoy en día
.Queremos usar para la solución de nuestros problemas distintos artefactos técnicos, algún u otro tipo de energía, máquinas, dinero. No debemos olvidar por lo tanto que en fin de cuentas la bendición vendrá del contacto divino. Ahora bien, aunque no seamos kshatriyas en el sentido clásico del vocablo, la mayoría seguramente responderían positivamente a la llamada: “Caballeros, ¿hay guerreros en esta sala?” Y dirían: “Sí, estoy listo a combatir por una buena causa, por mi causa.”
Sin embargo cuando haga falta el lazo divino el caballero tornará en un mezquino alborotador callejero. Por ello no debemos olvidar el contacto divino. Podemos llegar a ser kshatriyas también en el sentido simbólico – luchando por la verdad. Luchadores sí, pero no por nuestro propio interés, sino por la causa de la verdad.
¿Cuál es el deber del luchador? Evidentemente debe luchar. Debe luchar por supuesto, pero por unos principios superiores. En efecto, éste es el síntoma o la cualidad del santo – él está listo a dedicar su vida en aras de un objetivo supremo. Esta definición es importantísima – el santo está listo a dedicarse a un objetivo supremo. El luchador sagrado esta listo a sacrificar su propia vida por el bien espiritual de los otros.
Si un kshatriya o guerrero perece en el combate… Existen dos posibilidades: es vencedor – y entonces lo gana todo o muere – y entonces va al paraíso.
Morir una vez y adquirir la perfección es suficiente para el kshatriya. Muere en el combate – y va al paraíso. Sin embargo, existe otra casta, otro grupo de gente – los llaman bramins. Los bramins deben morir reiteradas veces. Su proceso no es el sencillo canje: muero luego adquiero algo. No, ellos deben morir en los niveles inferiores de la conciencia y deben seguir en adelante. Con cada paso ellos adquieren un cierto género de muerte – muerte para lo inferior y reencarnación para lo superior. En este sentido todos somos también kshatriya: debemos morir por todo lo que nos limita y renacer por causas supremas.
En fin de cuentas, el bramin combate contra sí mismo. El quiere ganar contra sí mismo. En las santas escrituras se dice que de la mayor pérdida resulta el mayor beneficio. Y la mayor victoria es cuando vencemos a nosotros mismos. Cuando alguien sepa algo, ello significa que es inteligente, cuando comprenda, ello significa que es un sabio. Cuando llegue a vencer a otros, ello significa que es fuerte, pero al lograr a vencer a sí mismo, ello significa que es… ¿? Es un héroe.
Por consiguiente, todos debemos llegar a ser kshatriyas o sea héroes, debemos llegar a ser bramins y adquirir tantas otras cualidades. Siendo combatientes simbólicos y si queremos superar nuestros propios fallos y defectos, deberíamos arriesgar tantas otras cosas. Ser kshatriyas significa pues luchar contra nuestras propias deficiencias. Y luchar por un objetivo sagrado.
Más en adelante en este mismo verso se dice: Los kshatriyas deben ser felices cuando luchen. Por esto no hay que lamentarse: “Tengo un montón de condicionalidades, un montón de malísimos hábitos, un montón de defectos…”
Menos mal que tengamos un enemigo para luchar contra él. Menos mal que podamos dedicarnos a nuestro desarrollo espiritual. Resulta .que las adversidades y los defectos que enfrentamos vienen por nuestro bien. Y que los combates nos acometen inesperadamente, por sorpresa. Pensamos a veces que hemos triunfado en una batalla y nos decimos: “¡Ah, por fin podemos gozar de la paz!” Y de repente ye inesperadamente nos acomete un nuevo ataque. Podemos llegar a perder paciencia: „ ¿Otra vez, de nuevo?” No hay que hacerlo, debemos sentirnos felices que tenemos una nueva oportunidad a comprobar la fuerza de nuestra dedicación.
Debemos pues gozar de ka oportunidad de realizar un progreso. Os ruego que recordéis este verso, recordadlo cuando todo va como sobre ruedas pero sobre todo en momentos de inesperada adversidad. En momentos cuando sentís: „ ¡No puedo aguantar más!” En tales momentos debéis pensar al contrario: “О, debo sentirme feliz de la oportunidad que tengo de luchar por un bien espiritual.” Y entonces vendrán fuerzas que nunca habéis sospechado tener.