Sharanagati

Collected words from talks of Swami Tirtha




Pregunta: Ha dicho en su conferencia que más vale oír de sufrimientos que vivirlos en realidad, que más vale aprender de dichos tormentos para prevenirnos. Por lo tanto no podemos permanecer pasivos, debemos obrar, hacer algo, participar en distintos tipos de relaciones. Pasando por relaciones reales experimentamos  y aguantamos o sufrimos  distintos matices de emociones. ¿No es cierto? Por medio de sufrimientos  se está  enriqueciendo y  ampliando  el alcance de nuestras emociones. ¿Acaso no estamos aguantando y sufriendo  nuestras emociones y de tal modo ellas se están almacenando en  nosotros formando nuestro intelecto espiritual?

Tirtha Maharaj: Es cierto. A pesar de ello, el modo védico de aprendizaje es hacerlo escuchando. Desgraciadamente no vivimos en tiempos védicos. Por esto lo que acabamos de vivir  en práctica deja en nosotros mayor huella que lo que simplemente acabamos de oír. Sin embargo, existen dos modalidades de adquirir experiencia y sacar conclusión de algún asunto.   La primera es vivir y comprobarlo todo personalmente, la segunda es meditar sobre el asunto. Las dos pueden obtener  iguales resultados. Por ejemplo, uno se queda en casa reflexionando y meditando sobre la limitada naturaleza del mundo material. Mientras tanto, un amigo se pone a correr por aquí y por allá esforzándose en comprobarlo y en vivirlo todo en realidad. Dos años más tarde los dos amigos concuerdan plenamente – sí que resulta limitada la naturaleza del mundo material. ¿Por qué hace falta perder tantos esfuerzos en vano?

Por lo tanto, estoy de acuerdo que la mayoría de la gente necesita la experiencia real. Debemos quemarnos el dedo en la llama. Cuando  nuestro guru espiritual nos diga: “¡No lo hagas!” – no creemos. El padre dice a su hijo: “¡No lo hagas, hijo!” – el niño responde “Sí que lo haré.  Sé mejor que tú.” Luego toca con el dedo las llamas del fuego y ¿qué es lo que resulta? Resulta dolor vivo. Es algo que se recuerda bien, ¿verdad? Un sufrimiento que se ha experimentado de veras, se recuerda.

Y al realizar un paso más en adelante en la formación espiritual, en el proceso del aprendizaje, ya nos daremos cuenta que por medio del sufrimiento pagaremos nuestra karma. Así mismo, el sufrimiento genera energía. En este sentido el concepto cristiano del sufrimiento es correcto – con el sufrimiento se adquieren velocidad, fuerza, comprensión. Por todo ello el gran símbolo del cristianismo es Jesús crucificado – es el momento más doloroso, lleno de sufrimiento, es el momento de la muerte.

¿Cuál es nuestro símbolo? En su caso es Krishna tocando su flauta. ¿Acaso se puede ver aquí algún sufrimiento? ¿Hay aquí lágrimas, dolor o algo semejante? No. Bueno, puede haber lágrimas si Radharani está en el cuadro. Porque si Ellos se están mirando en los ojos, los ojos enseguida se ponen a hablar de todo. Por lo tanto, serán lágrimas  muy dulces. Podríamos sentirnos  felices de derramar semejantes lágrimas. Con que nuestro principal símbolo de fe es  Krishna tocando su flauta o Chaitanya Mahaprahu. Sus brazos tampoco se encuentran en postura normal ni resultan abiertos clavados en la cruz, su brazos se elevan hacia arriba, ¡se elevan hacia lo alto! Por esto a los bakhti les gusta tanto este ejercicio. El ejercicio vespertino – ¡danza en éxtasis! Lo ha escrito Rupa Goswami – él es nuestro shastra- guru – cuando se esté bailando  con los brazos arriba y se esté saltando hacia lo alto, toda la energía negativa simplemente se va escurriendo  del cuerpo. Es el arte perfecto, a ciencia perfecta, el saber perfecto, sin falta.

Por lo tanto, también en nuestra tradición, en nuestro gesto bhakti se vislumbra el sufrimiento. El mayor sufrimiento es la separación entre Radha y Krishna. Reduciendo este concepto llevándolo a nuestro propio nivel – es nuestra separación de Krishna. A veces os estáis sintiendo   solitarios. Os estáis sintiendo   abandonados. A veces estáis sintiendo sufrimiento. Y es porque desgraciadamente nos hemos desprendido del maravilloso abrazo. Lo que necesitamos es llegar a devolvernos el abrazo. Debemos hallar el camino de vuelta a casa, de vuelta a Dios.

¿Y cómo debemos recorrer este camino? ¿Con cara triste? Se ha dicho que nadie podrá entrar en el paraíso con cara agria. Más vale recorrer el camino corriendo y cantando:

“¡Jay Radheee!”

 



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